Ese loco bajito batió el récord de César, superó a Cristiano, marcó su enésimo hat-trick y se fue del campo después de haber sufrido, como todos, el susto del 2-2 con el que el Granada rompió la beatitud. Al final, 5-3, que es como los números del déficit español. Hasta ahí las cantidades, a las que hay que sumar una (provisional): los cinco puntos que hoy separan al Barça del líder. Los números ocultan los sentimientos que había en el banquillo. Ese Pep Guardiola que dice cada rueda de prensa que la Liga está perdida gesticulaba con la pasión que se le conoce desde que era un chiquillo que no se rendía jamás.

El partido fue al principio de seda, luego fue de percal y al final fue eléctrico; el Granada fue un rival superlativo, y tuvo de su lado la suerte de las penas máximas. El suspiro de alivio del gol número 5 sacó al Barça de dudas y puso en Pep la cara del que sabe que no todo está perdido todavía.