El gigante es ya enorme, pero asoma una final en Argentina

El gigante es ya enorme, pero asoma una final en Argentina

Tras ganar a Argentina en La Cartuja, se anunció un brusco cambio de ciclo. La vida sin Nadal ni Ferrer. Con la perspectiva de viajar a Rusia en cuartos en indoor y dura y, de pasar, repetir la experiencia de ir a Francia y vivir otra encerrona. Pues bien, Austria acabó con Rusia y EE UU se cargó a los bleus. La semifinal será en casa, en esa tierra sobre la que no se pierde desde 1999. Argentina, con Nalbandián resistiéndose a colgar la raqueta sin levantar la Ensaladera, recibirá a Chequia. Vamos, que lo que a principios de año olía a chamusquina huele ahora a cuarta final en cinco años después de que el cuadro se enderezara y Corretja y su diplomacia obraran el milagro de convencer a los capos para volver (Nadal hubiera estado de no ser por la tendinitis), reconciliar a Almagro con el mundo y hacer fuerte a Granollers en el dobles. Asoma Argentina, con el cuchillo entre los dientes.

P ero para llegar al Parque Roca o donde decidan habrá que tumbar antes a John Isner. Un señor de 2,06 metros que ha entrado en el Top-10 con 26 años porque antes se graduó en Comunicación Social con los bulldogs de la Universidad de Georgia. Pesa más de 100 kg, pero ahora es algo más que ese sacador que estuvo tres días sobre la pista en Wimbledon. Se mueve y cubre ángulos como un pulpo. En 2010 llevó a Nadal al quinto set en Roland Garros. A Federer le ganó en Suiza en tierra en primera ronda y derrotó a Djokovic en Indian Wells. El gigante es ya enorme.