Unai merece un final feliz en Mestalla

Unai merece un final feliz en Mestalla

Unai Emery dijo una frase a principio de curso que ha tenido un maleficio como tuvo aquel cartel de toros de Pozoblanco: "En la Liga, a full; en la Champions, a full; en la Copa, a full". Curiosamente ha sido en la Europa League, torneo no mentado en aquella declaración de intenciones por el entrenador vasco porque nadie en el Valencia quería jugarlo entonces y ahora todo el mundo se apunta al viaje a Bucarest (lógico y normal) en la competición en la que más cómodo, vistoso y sólido se ha sentido el Valencia. Hasta llegar el pasado jueves al Vicente Calderón, claro está. En verdad digo que Emery merece terminar la fiesta en paz. Han sido cuatro largos y turbulentos años hasta llegar a la semifinal de hoy, que es su último tren hacia un título con el Valencia. En la trayectoria de Unai en el banquillo de Mestalla hay que separar el grano de la paja, y una cosa es que su ciclo haya dado a su fin (algo que él mismo da por hecho y asumido, y así se lo dijo hace unos días a sus jugadores) y otra no valorar su trayectoria blanquinegra, sobre todo la de las dos anteriores temporadas, y en especial el papel de hombre de club que ha desempeñado como buenamente ha podido o sabido. Pero nadie se acuerda de los segundos y menos de los terceros.

P arte el Atlético de Madrid hoy con el cartel de favorito. Se lo ganaron a pulso en la ida y mucho del mérito lo tiene Simeone y el carácter que le ha dado a su equipo. Pero Mestalla hará hoy de ventilador de los che y una cosa parece clara: el Valencia peor que hace una semana no lo puede hacer. Orgullo le pedirá su afición. 90 minutos por delante y una final no se gana sólo en un partido.