Cierto es que el fútbol le debía al Chelsea una Champions, la que le quitó el día del resbalón de Terry en Moscú o del famoso arbitraje ante el Barcelona. Cierto es que futbolistas con una gran trayectoria como Terry o Lampard merecían un título así, pero también es verdad que llegó en el momento en el que menos fútbol mostró el equipo. Este juego es tan caprichoso e indescifrable como para que un Chelsea sexto en la Premier gane la Champions. Es más, lo haga metido atrás en los tres últimos partidos del torneo. Voy más allá, incluso metido atrás ante un Benfica con diez en el tramo final del partido de cuartos.

Dos nombres propios. Drogba y Cech. El marfileño dio un curso de cómo jugar solo en punta, sacrificado en defensa y sólo cometió el error del penalti. Impecable en el resto, con un cabezazo salvador cuando el partido agonizaba. Peter Cech ha recuperado su mejor nivel y es otro de los héroes después de una final soberbia. El Bayern mereció mucho más pero cayó como un campeón.