Su pena fue no jugar con Di Stéfano

Su pena fue no jugar con Di Stéfano

Llamarle por teléfono tenía algo de ritual. "¡Don Manuel! ¿Cómo está ?". "¡Don leches!", decía quitándose importancia. "¿Y cómo voy a estar? Jodido, cargado de años". Sus primeras palabras eran siempre calcadas. Pahíño jugó otro fútbol, uno más sincero, en el que las botas pesaban un quintal, por no hablar de los balones de gruesas costuras que acababan empapados. Y de eso presumía él, de su capacidad de chutar desde cualquier lugar en esas condiciones. Era un tipo honesto al que, con los años, se le fue apagando el cuerpo aunque los ojos le siguieran brillando igual al contar historias de su época. Me impresionó el día que me relató cómo en un Celta-Granada jugó 45 minutos con el peroné roto.

Su pena fue no jugar con Di Stéfano. Y la última vez que estuve en su casa, una foto suya y de La Saeta que AS le regaló (tras juntarlos a ambos con Amancio), colgaba de la pared de su salón. En su mesa nunca faltaba El País. "Estoy suscrito desde su inicio", decía. Nunca escondió su tendencia política. Y eso le costó no ir al Mundial de Brasil. Se lo perdió aquella España. En la nuestra, ya sólo pudimos disfrutar de sus historias.