Que hable el fútbol cuanto antes

Que hable el fútbol cuanto antes

Qué sería de la vida sin el fútbol (y sin tantas cosas). Y qué sería del fútbol sin los veranos. El verano se hizo para desandar el fútbol, para crear en torno a él la ficción de que es una lucha verbal y no un encuentro de jugadores que defienden unos colores u otros ante unos aficionados que se sienten (porque lo son) parte imprescindible de esa trama. Pero hay un momento del verano, y ahora es el epicentro de ese instante, en que atosiga tanto lo que se dice del fútbol fuera del campo de juego que uno desea con los intestinos del alma que empiece ya la temporada, que se calle el fútbol declarativo y comience el fútbol que interpretan, en los campos, los responsables verdaderos de que el aficionado sea feliz o desgraciado, o ni una cosa ni otra.

Tanto dime y direte sobre Mourinho y Tito, tantas declaraciones de barcelonistas y madridistas, tanta escaramuza ataca a la estética y a la ética en que debe desarrollarse este glorioso invento. Para la salud del fútbol, estaría muy bien que Tito Vilanova hablara de lo que sabe, y de lo que quiere, y que José Mourinho hable también de lo que quiere y de lo que sabe de la industria que se interpreta en el campo. Alrededor, sería deseable también que los directivos (y sobre todo los exdirectivos) se callen un rato, que a ellos no les toca, en este tiempo, sino apagar el puro. En cuanto a Tito, por cierto, me parece que viene con la sensatez aprendida. Ojalá contribuya a prolongar el discurso de Pep Guardiola, la tradición del fútbol bien hablado.