Puede que como ya voy cumpliendo bastantes años, me estoy volviendo bastante conservador y tradicional en esto de las carreras. Por ejemplo, prefiero circuitos de los de toda la vida a los inventos que ahora se sacan de la manga. Pero más allá de mis preferencias, que obviamente no tienen importancia, entiendo que los promotores están obligados a buscar alternativas para sus negocios: si los espectadores no van a los circuitos, las carreras tendrán que ir a donde estén los espectadores. Y en ese sentido, indiscutiblemente el Rey Midas es Bernie Ecclestone, capaz de casi cualquier cosa por mantener a flote esa Fórmula 1 que le ha hecho multimillonario.

Los escenarios urbanos se han convertido así, junto con la búsqueda de mercados emergentes, en su prioridad. Integrar las carreras con la ciudad es para este británico la panacea para potenciar el interés general por la F-1, desde los Gobiernos a los patrocinadores, pasando por las televisiones y los propios aficionados. Así que no le preocupa demasiado que nombres clásicos de la historia de esta disciplina puedan llegar a desaparecer si se incorporan otros con atractivos que poco tienen que ver con el deporte pero mucho con el dinero.