Guillén en la encrucijada de Beñat

Guillén en la encrucijada de Beñat

Al Betis habrá que entenderlo en cualquier escenario posible. Si vende a Beñat sólo estará cumpliendo con la responsabilidad que asumió cuando entró en el proceso concursal. Su compromiso es limpiar la otra mitad de la deuda y, cuanto más acelere los plazos, antes podrá considerarse un club saneado, un ideal ético que ya debería ser una obligación en este fútbol deudor. Pero Beñat es algo más que un jugador en el Betis. Su cuento de la Cenicienta explica el nuevo intento de florecimiento de un club que, como Beñat, estaba desahuciado. Los dos han crecido juntos y existe el razonable temor a que su marcha cale en el ánimo de la afición.

Beñat supone, además, la sublimación del estilo Mel, que apostó por él y por su fútbol valiente. Beñat es sello Mel. El resultado, la exhibición en La Catedral. Hablan maravillas de una posible pareja con Igiebor, que finalmente llegará al Betis gracias a la buena intermediación de Kenneth Asquez (agente que ya pacificó el incendio del traspaso de Emaná) y Miguel Guillén, presidente impecable hasta ahora. Guillén vive en la encrucijada entre llorar a Beñat y meter al Betis en la depresión o sanearlo. Haga lo que haga, habrá que entenderlo.