El mejor día para volver a ganar

El mejor día para volver a ganar

En este lustro de franca decadencia, el Osasuna ha sido uno de los rivales menores que más se le han atragantado al Real Zaragoza, tanto en El Sadar como en La Romareda. A saber: dos empates y cinco derrotas en los últimos siete partidos, algunas tan dolorosas como la de finales de la temporada 2010-11, cuando, a campo lleno y con la afición entregada, el equipo aragonés pudo salvarse y mandar a la vez al Osasuna a Segunda; o la de la temporada pasada en Pamplona, donde se empezó a derrumbar el proyecto de Aguirre. Un Zaragoza calamitoso encajó un rotundo 3-0 en apenas un cuarto de hora-por cierto, los dos primeros goles en dos saques de banda-, y acabó de perder su enésima máscara.

Un año después, la necesidad invade a los dos equipos. El Zaragoza viene de perder dos partidos consecutivos y de restaurar la crisis de los balones aéreos, y el Osasuna sólo suma un triste punto. Al equipo de Jiménez hay que darle, sobre todo, tiempo y apoyo, pero sólo las victorias le permitirán crecer sobre tierra firme. Todo lo que no sea ganar al Osasuna supondría volver a un terreno peligroso, donde las dudas y los fantasmas no tardarían en asomarse. Aunque estamos en septiembre, el del sábado es un encuentro más importante de lo que parece, y la prueba es que Jiménez, para poder apretar a fondo a los suyos, ha decretado toda la semana a puerta cerrada.

Por primera vez en toda la temporada, el Zaragoza va a jugar un partido exigido por las circunstancias, y es el momento de dar un paso adelante, de estar más pendiente de atacar que de esperar, de explotar las virtudes más que de obsesionarse con mejorar un problema estructural.