El marcador dejó mal al Rayo

El marcador dejó mal al Rayo

Fue la del Rayo una derrota servida en botella medio llena, más esperanzadora que la del Calderón y acompañada de una imagen más robusta que la que ofreció en el milagroso empate ante el Sevilla. Será crónica la sensación de pánico en la salida de los centrales, alentada por Paco Jémez, convencido de que con la pelota se vive mejor que sin ella y de que merece la pena la angustia de superar la primera barrera defensiva del adversario sin caer en la tentación del pelotazo, porque luego todo resulta más fácil. Aún así, puntualmente Amat y Labaka rozaron la temeridad.

Pero, pese a esos pies de barro que resultaron más visibles con el paso de los minutos, el Rayo tuvo valentía y juego, con unos minutos espumosos de Leo Baptistao, regate y buen gusto de José Carlos, buenos movimientos de Delibasic y notable repertorio en la estrategia, a mayor gloria de Paco. Faltó que sonara el violín de Lass, futbolista de momentos pero desbordante, pesadilla del Atlético una semana antes; más continuidad en Chori Domínguez, cuya puesta a punto es asignatura pendiente, y fortuna en aquel remate de Labaka que se perdió en el pecho de Xabi Alonso sobre la línea cuando volaba hacia el 1-1. Jugar con cuatro atrás amortiguó la sensación de vértigo y merece la pena insistir en la fórmula, que no traiciona ningún principio de valor, porque en posesión el Rayo le ganó al Madrid. Si hay que sufrir, que sea alegrando la vista.