Por fin se acaban los privilegios

Por fin se acaban los privilegios

El Athletic paga caro el precio de quedarse con Llorente cuando su cabeza no está en Bilbao. No está a lo que celebra, aunque el día que reapareció para la prensa local tras su cascada de remates ante el Hapoel Kyriat aparentaba felicidad. Visto el rendimiento del equipo y lo que necesita de su aportación, esperaba verle ayer con todos los sentidos puestos para hacerse titular en Praga, apartando jugadores del Bilbao Athletic como a muñecos. Me cuentan que su actitud no fue esa. En Anoeta, el segundo de Bielsa, Claudio Vivas, pidió permiso al cuarto árbitro para hablar con él en pleno calentamiento. Dio la impresión de que para reclamarle otra intensidad. Poco después, entró en el campo. Apenas se notó su presencia.

Si tiene que reprochar Llorente a alguien es a la directiva, que es la que ha decidido que se quede con un contrato que bien a gusto firmó en su día. Bielsa le ha elogiado en ruedas de prensa y metiendo en el campo. Sus compañeros, algunos dolidos por su decisión de no renovar y romper un gran equipo, le han dado jabón, allanado el camino para que la grada suavice sus críticas. También Urrutia rectificó y reclamó cariño para él. Lo habían conseguido.

Debe esforzarse y dejarse de infantilismos, ya no le entrena un técnico que le deja irse pronto a la ducha. Incluso en esta etapa han tragado con privilegios nada comunes en el Athletic, como llevar a la final de Bucarest al fisioterapeuta de Gorliz al que visita semanalmente, ajeno al club. El jefe de los servicios médicos se lo encontró trabajando con él en el gimnasio del hotel en el que se alojaba el equipo. Métodos más propios de su amigo Nadal que de un canterano de Lezama.