Rivales, amigos y ejemplares

Rivales, amigos y ejemplares

El encuentro con Pirri y Asensi fue de los que te dejan huella. Compartir mesa y mantel con dos jugadores que en los años 70 copaban las páginas VIP de los entrañables álbumes de cromos es algo que no te ocurre todos los días. Asensi era de esos futbolistas del Barça que te impedían hacerte anticulé. Su cuna alicantina (¡Costa Blanca!), su elegancia en el fondo y las formas y los buenos partidos que dejó también con la selección de Kubala, me hicieron verle siempre con los ojos de una rivalidad tan sana como poco crispada.

No olvido aquel gol con un zurdazo que le metió a Suecia en el Mundial de Argentina 78, en el que España lucía camiseta roja pero pantalón blanco, para no coincidir con el azul de los suecos. No sirvió para clasificarnos, pero Asensi lo celebró con una raza que jamás olvidaré. Mi admirado Pirri y él conjugaban como si durante el año fuesen del mismo equipo. De hecho, en su recta final coincidieron en el Puebla. En México alimentaron su magisterio futbolístico y su amistad. El Barça invitó al homenaje a Asensi al Puebla y allí estuvo Pirri. El león ceutí me dio la foto que ven en esta columna (correspondiente a aquel homenaje) para que vean que es factible ser rivales y ser ejemplares. Con gente así se sembró la semilla de esa España que ahora enamora con su juego al mundo entero