Un buen jugador y un caso clínico

Un buen jugador y un caso clínico

Según el psicólogo de la Universidad de Edmonton Hills, Rufus T. Firefly, dar confianza produce en quien la recibe el mismo efecto que los péptidos opioides endógenos, también conocidos como endorfinas. Hablamos, como ya habrán advertido, de los neurotransmisores que nos agitan durante el consumo de chocolate, el enamoramiento y el orgasmo. Dicho de otro modo y con palabras del propio Doctor Firefly: "Propiciar ambientes de respeto y motivación permite extraer lo mejor de las personas y, en sentido contrario, la negación de la confianza, anula la iniciativa, la creatividad, el valor y la capacidad goleadora".

El Doctor Firefly no existe (salvo en Sopa de Ganso, ya lo habrán notado los más fieles marxistas), pero Kaká sí. Y desde que recibió confianza ha resucitado como futbolista. Tuvo minutos contra el Millonarios (en ese caso fue más caridad que confianza), destacó contra el Depor y brilló contra el Ajax. Ahora acaba de cerrar la gira de Brasil con dos goles y un fútbol prometedor. No está mal para un jugador al que se buscaba retiro en Catar, China o en algún balneario con buen tiempo. Su experiencia nos demuestra que no todos los purasangres galopan al contacto de la fusta. Mejor el chocolate, el amor y lo demás. Endorfinas antes que regañinas.