El escocés alegra si no emborracha

El escocés alegra si no emborracha

Decía el poeta Ángel González que el whisky alegra siempre que no se te suba a los pies. Y anoche el escocés se le atragantó al Barça, se le subió a los pies y sólo se recuperó en el último suspiro, cuando la borrachera de cerrojo se le despejó y vino ese gol de Jordi Alba con el que el defensa recuperó el prestigio que se le lesionó en A Coruña. La digestión del escocés se fue haciendo pesada, pesadísima, e incluso peligrosa, porque en la breve tradición de su agonía la defensa azulgrana tiene en un ay al equipo. El gol escocés, que marcó el reincidente Mascherano, puso en el cuerpo azulgrana la sombra de la desgracia.

En estas circunstancias, el Barça muestra una voluntad que termina haciendo justicia, pues podría ocurrir que quienes no vieran el partido creyeran que ese empate desgraciado equilibraba a los dos equipos. No fue así, nunca fue así, ni siquiera cuando al Barça se le subió el escocés a los pies, que fue durante casi todo el encuentro.