Helmut Marko vuelve a la carga. Y esta vez, para descubrir la pólvora, con una revelación digna de Nostradamus: Alonso no sabe perder, digiere mal la derrota. Claro, ni Alonso, ni Vettel, ni Hamilton, ni ningún piloto que haya saboreado la satisfacción incomparable de sentirse el mejor Es evidente que el consultor de Red Bull en realidad es el poli malo de la película, porque su papel es el de liarla a la más mínima, desmarcándose de ese ambiente de buen rollito y modernidad que proclaman desde la escudería de la bebida energética. Como estrategia no me parece mal, nada nuevo en el deporte ni tampoco en la vida, lo que sucede es que debería buscar argumentos más consistentes para sus ataques, porque algunos, de ridículos, caen por su propio peso.
Para empezar, precisamente Alonso tiene poco que ver en todo el lío de las banderas amarillas del GP de Brasil. De hecho, ni siquiera Ferrari ha creído con firmeza en las posibilidades de éxito de esa reclamación, porque de otro modo entiendo que hubiera ido adelante con ella. Así que catalogar al español como mal perdedor es una absoluta ridiculez, impropia de alguien que se supone entiende de carreras tanto como para asesorar al que, a día de hoy, es el mejor equipo de la Fórmula 1. Y por si esto fuera poco, tampoco es verdad que Fernando desmerezca a Vettel, porque lo único que ha hecho ha sido posicionar al Red Bull como el mejor coche de la parrilla, algo que nadie discute. En fin, que pocos más despropósitos se pueden decir de una sentada