Es una evidencia que Mou está más lejos que cerca del banquillo del Real Madrid la próxima temporada. Eso no quiere decir que se vaya a marchar seguro, porque, para eso, tiene que encontrar otro proyecto a su medida deportiva (mando total) y económica (son pocos los clubes en el mundo que le pueden pagar lo que cobra). Pero es cristalino que si tiene contrato en vigor, como lo tiene, sería tan fácil como apelar a la duración del mismo para zanjar cualquier debate. No necesita sentarse con nadie para seguir, pero sí para irse.

Lo de matar al mensajero, sea periodista o presidente del Canillas, ya se le supone. Mou, como si fuera un partido, intenta preparar todos los escenarios. No se le puede negar la habilidad para hacer que sus exclubes sean puntos de retorno posibles. No quiere dañar a Florentino en verano electoral. Ganar la Décima sería el salvoconducto perfecto para justificar todo, salvo lo de Casillas. Una manera ideal de cerrar el círculo. Es incuestionable que con Mou, el Madrid ha vuelto a ser un grande de Europa, como lo es que ningún otro entrenador, con Florentino, tuvo respaldo, comprensión, continuidad y fue depositario de los valores del club.