Ancelotti apostó por un 4-4-2 sin Benzema, con la medular para James-Illarra-Kroos-Isco y en ataque Bale-Cristiano. Los dos puntas se emplearon para hacer todas las funciones arriba, en ausencia de un delantero centro. Y aquí apareció la mejor versión de Cristiano como ‘9’ puro: pisó la frontal, rompió a los centrales, buscó perfil de disparo y, sobre todo, estuvo atento para rematar los balones que pusieron en el área desde las bandas.

El portugués calentó botas marcando su primer tanto de penalti. Minutos después volvió a volar sobre la defensa ilicitana para clavar un cabezazo impecable, como lo haría el mejor delantero centro del mundo. Después completaría su recital con dos goles más.

Cristiano tuvo en Marcelo e Isco a sus mejores socios (13 pases recibidos de cada uno), aunque también conectó con Illarra (8) y James (7). Síntomas de buena coordinación que desembocó en nada menos que siete remates más del portugués, al margen de los cuatro goles. Puso a prueba al portero Herrera hasta en cinco intervenciones.

Dio un repertorio de auténtico ariete, posición en la que se dice que no le gusta jugar como punto de partida. Ancelotti, sin embargo, sabe que metiendo a Cristiano en una pareja de puntas, siempre le garantiza remates y goles. Más aún si por detrás dispone de asistentes como James e Isco (fantástico), y laterales que ponen balones de oro desde las bandas.