Sergio Ramos y la pelusa de Florentino

Sergio Ramos se quiere ir del Madrid este verano, pero no creo que lo tenga fácil ni siquiera en la operación De Gea. Le quedan dos años de contrato, al Madrid no le sobra ningún central y su cláusula es de 200 millones. Ramos está enfadado, entre otras cosas, porque el Madrid no le mejora su contrato, algo que cree merecer. Thiago Silva y David Luiz, los otros centrales del momento, cobran más que él, y no son más. También cobra más que él Bale, y lo mismo Benzema. Sergio Ramos entiende que Florentino no corresponde a su rendimiento. Aparte de eso, detesta profundamente muchas de sus actitudes.

En esto de las mejoras de los contratos en vigor siempre hay, no obstante, un argumento a favor del club, sea el caso que sea. El que va muy bien, el que sitúa su rendimiento, o así lo entiende, por encima de su sueldo, pide mejora. Pero el que pincha, por lesión, inadaptación o poco trabajo, no admitiría nunca que se lo bajaran para compensar a los que merecen más. Si Sergio Ramos, y felizmente no es así, hubiera sufrido una grave lesión, estaría cobrando religiosamente su contrato desde casa. Eso también hay que mirarlo. Así es muy difícil programar económicamente cualquier compañía.

Pero es que en lo de Ramos se mezcla un hecho recurrente en Florentino: su ojeriza hacia los preferidos de la afición. Empezó por echar a Redondo según llegó, puso reparos a Raúl durante toda su estancia, como a Casillas, que lleva quince años así. Sacó a Del Bosque y a Hierro de mala manera. Las tuvo y las tiene con Cristiano. También largó a Ancelotti. Y ahora es Ramos, al que parece no perdonarle que le salvara el cuello en Lisboa. La sobreprotección a Benzema y Bale (y ahora a Odegaard) contrasta con el desdén hacia todos esos. Una pelusa mal disimulada hacia los héroes de un club que cree suyo.