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El derbi a 5 pinceladas: sube Adán, baja Konoplyanka

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Por momentos, fue el derbi del metro. Juego subterráneo de la línea 1 sevillana, con Molinero y Krychowiak de protagonistas. Los dos vieron amarilla y los dos pudieron irse a la calle. Jugaron al límite Betis y Sevilla, con mucha pasión y un amor propio admirable, pero con un déficit preocupante de fútbol. Mel contuvo el triángulo de oro del Sevilla (Banega, Konoplyanka y Tremoulinas) y con Joaquín mermado y Rubén aislado, el Betis se quedó con pocos argumentos ofensivos. Su mérito, indudable, fue equilibrar el partido a base de intensidad y anular al rival. Emery fió su plan a largo plazo, cuando las piernas le pesaran al Betis. Pero ni terminó de ocurrir eso ni en sus recambios (Iborra, Reyes y unos minutitos para Llorente) hubo excesivo ingenio. Fue un tiroteo nulo a la espera de la Copa.

Señalado por verse en medio del lamentable episodio Casillas-Mourinho, Antonio Adán salió corriendo de Madrid. Primero al primer sitio que pudo, Cagliari. Luego cayó en Heliópolis, donde ha encontrado su sitio y su gente. Es respetado en la grada y en el vestuario. Ha hecho amigos y ha encontrado el entorno familiar que tal vez no encontró en el vestuario de Valdebebas. Esta semana, además de entrenarse día y noche y hacer recuperación en su casa en el campo de golf de Montequinto (cerquita de la Ciudad Deportiva del Sevilla), salió a las calles a volverse a empapar de derbi. El resultado, dos paradas de cartel a Gameiro. El Betis, equipo con tradición de porteros campeones y especiales, ya lo tiene como uno de los suyos.

La decepción del derbi se llamó Yevhen Konoplyanka. Lejos de los focos de Gameiro, que será el señalado pero persiguió sin descanso el gol, el ucraniano no aprovechó la tarjeta inicial de Molinero ni desequilibró como acostumbra. Le vigilaron bien y se ofuscó cuando sólo le ofrecieron la salida por la izquierd. Pagó la novatada del derbi. Al otro lado tampoco brilló Joaquín, tocado toda la semana y con noticias alarmantes durante el día, cuando se especuló con una posible suplencia que era del todo imposible. Fue titular y dejó un regate de película a Mariano, pero estaba bajo mínimos y, débil, tuvo que ser sustituido.

Dani Ceballos y Banega le pusieron luz al derbi. El primero estuvo en todos los líos, los buenos y los malos. Es un jugador de otra dimensión. Conduce bien y ve la jugada, lleva el fútbol en la cabeza. Sin embargo fue al suelo, fingió más de la cuenta y se metió en todos los fangos. Debe intentar quitarse los tics de encima. Sobre el partido también se elevó Banega, que tuvo el mejor chispazo con un pase de categoría a Gameiro que el francés mandó al limbo. Para lo enmarañado que estuvo todo, el argentino fue el único que intentó abrir cauces de fútbol en el Sevilla. Fue insuficiente.

El partido, emotivo pero decepcionante en su conjunto (lo vio cualquiera) merece el reconocimiento a Clos Gómez. Zarandeados por norma los árbitros, es de ley aplaudir el poso con el que dirigió el aragonés. Templó y no permitió que pitaran por él. Tuvo personalidad y dejó que los fuegos se apagaran solos, interviniendo lo justo. Hubo más arbitraje que derbi. Que se lo apunten en designación del Comité de Árbitros para la Copa.