Sin esquiadoras después de 41 años

Durante las dos últimas semanas se han celebrado los Mundiales de esquí alpino en Saint Moritz (Suiza). Quizá muchos de ustedes no hayan reparado en ello. No hay motivo de reproche. España es un país de escasa tradición de nieve. No es que falten practicantes: mi meseta tibial izquierda puede dar fe. Pero no somos competitivos en el deporte rey invernal. A estos Campeonatos hemos ido con solo dos esquiadores: Quim Salarich se clasificó 25º en el eslalon y Juan del Campo acabó 35º en el gigante y no terminó el eslalon. La RFEDI ha aplaudido estos resultados. Ambos cumplían los criterios de selección y estuvieron por encima de su ranking, así que aquí tampoco hay reproche. Más preocupante me parece que no participara ninguna mujer, porque es una circunstancia que no ocurría desde Innsbruck 1976. Han pasado 41 años.

Tras Innsbruck llegaron los tiempos de Blanca Fernández Ochoa. Este lunes se cumplieron precisamente 25 años de su bronce en Albertville 1992, la primera medalla olímpica femenina en el deporte español. Triste contraste. La madrileña fue sucedida por notables esquiadoras como Ainhoa Ibarra, Ana Galindo, María José Rienda, Carolina Ruiz... Tras la retirada de esta última: el vacío. Si le preguntas a May Peus, el presidente de la Federación, te responde: “Eso mismo me gustaría saber a mí”. Peus heredó ese secarral, así que en todo caso habrá que exigirle más adelante. El próximo mes se celebrarán los Mundiales de snowboard y freestyle en Sierra Nevada. Son otras disciplinas, pero ahí sí nos defendemos mejor: Lucas Eguibar, Queralt Castellet, Regino Hernández... No lo dejemos también morir.