Otro año perdido para Alonso

Sólo ocho días de pretemporada han bastado para asumir una terrible evidencia: será otro año perdido para Fernando Alonso. Puede parecer una conclusión precipitada y me encantaría que así fuera, ojalá en unas semanas tenga que admitir mi error. Sin embargo, todos los indicios apuntan en este sentido, el motor que Honda ha rediseñado para McLaren vuelve a ser un paquete, lastrado por los peores defectos imaginables: se rompe y además no corre. Por si fuera poco, las explicaciones que llegan desde el fabricante japonés tampoco invitan al optimismo; aquello de ‘no estamos seguros’, ‘creemos que’, ‘vamos a investigar’ es preludio del caos cuando nos referimos a la búsqueda de la excelencia inherente a la F1. Da la impresión de que no tienen ni idea de lo que pasa y, en consecuencia, difícil será resolverlo.

Vernos abocados a tanto pesimismo no es casual. No es únicamente que los entrenamientos hayan sido nefastos para McLaren y sus pilotos, es que además tenemos la constancia irrefutable de que en este proyecto la capacidad de reacción es un farol constante. Llevamos ya dos largos años con todo tipo de excusas y justificaciones vacías. ¿Algún motivo para pensar que ahora será diferente? Me temo que no. En Montmeló ya hemos escuchado que trabajarán las dos próximas semanas sin descanso para intentar terminar la carrera de Australia; después nos dirán que en el GP de España las cosas irán mejor; más tarde que quizá en Italia, tras el verano, y por último, que lo inteligente es empezar a pensar en 2018. Y mientras, el talento de Alonso dinamitado. Un año más, un año menos…