Este Madrid es el Madrid de los récords. De Brasil se trae el quinto título consecutivo. Para algunos jugadores es el sexto, contando el Eurobasket con la Selección. Una barbaridad. Sobre todo, porque en el equipo no hay un Gasol, esa figura capaz de resolver un partido por sí sola. A cambio lo que tiene es una plantilla estable, toda una familia, como la definió Hettsheimeir, en la que lo mismo decide uno de los Sergios, que Rudy, que Reyes, que Carroll o el último en llegar. Laso tiene mucho mérito en esto. Ha cambiado ganar partido tras partido hasta llegar a amenazar los récords de imbatibilidad, por volver a llenar de trofeos las vitrinas del club. Esta semana asaltará uno más: la Supercopa de España, donde inició la cuenta hace un año.

¿Y después? Después comienza la Liga. Esto merece una reflexión. Hace una semana, cinco jugadores del Madrid se encontraban disputando la final del Eurobasket. Ayer, la de la Copa Intercontinental. Quizá el próximo domingo, la final de la Supercopa. Una maratón de títulos que dará paso a una sucesión de jornadas necesariamente intranscendentes para el equipo. Alguna vez los jugadores tendrán que descansar, más mental que físicamente, vendrán partidos que no se afronten con la mentalidad y exigencias necesarias, y llegarán las derrotas. ¿Qué pueden importar en una Liga con playoff? Nada apenas. Pues esto es lo que quiere la ACB, y así le va. Una competición en la que los grandes pueden perder sin que pase nada está devaluada.