Pekín ha ganado. Madrid y Sevilla echan las campanas al vuelo, porque sus posibilidades de que se lleven los Juegos del año 2012 son mayores que si hubiese ganado París. Los Juegos se celebran en 2004 en Atenas y si en 2008 se hubiesen celebrado en París, sería una ingenuidad plantearse que, por tercera vez consecutiva, se fueran a organizar en Europa. Con Pekín, los Juegos salen del continente y ya no es tan descabellado pensar que regresaran cuatro años después. España puede seguir planteando batalla, pero eso no significa, ni mucho menos, que se vaya a ganar.

La elección de Pekín refleja claramente las intenciones del Comité Olímpico Internacional (COI). París era mejor candidata. Pero ha salido Pekín porque el COI quiere universalizar su movimiento. En cuanto haya garantías de celebrarlos en una sede nueva que simbolice la integración de un país o un continente en la aldea global en que se ha convertido el mundo, se los da. Y antes que Madrid, Sevilla o la mismísima París estará siempre Suráfrica —su continente jamás ha celebrado unos Juegos— o algún país suramericano en el momento que estén en condiciones de solicitarlos.

Por eso, las posibilidades de que una ciudad española pueda volver a ser sede olímpica hay que contemplarlas con cautela. Es bueno estar siempre ahí, en primera línea de fuego, pero siendo conscientes de que otros países tienen la prioridad. Ahora, si estos fallan, ahí estará España, y de reserva puede pasar a titular. Quizá nos encontraremos de nuevo por el camino con París, pero no está tan claro que vuelva a presentarse. La reserva de suelo que había hecho para los Juegos sólo era efectiva si los celebraba en 2008. Ahora la especulación se apoderará de ellos y para 2012 quizá no tenga nada.