El ciclismo no necesita química

El ciclismo no necesita química

Virenque ya rueda por España. Después de reaparecer el pasado miércoles en el Criterium de Quillan, en Francia, donde fue cuarto, compite en la Vuelta a Burgos. Atrás quedaron nueve meses de inactividad por sanción, una vez que reconociera que tomaba fármacos prohibidos. Ahora se enfrenta a un presente muy corto a sus 31 años, que pasa por tener una destacada actuación en la Vuelta a España. En ella coincidirá con Pantani -también corren juntos en Burgos-, otro gran corredor que se juega en la Vuelta toda su temporada, después de que el Tour no le aceptara. Ambos tienen estos días montaña de sobra para probarse.

La Vuelta va a servir de escenario para que un confeso y un procesado laven su imagen. Es la ocasión para que el ciclismo tome conciencia de que para competir no hace falta doping. Los ciclistas no necesitan establecer récords. En el atletismo sí existe una lucha del hombre contra sus límites; hay una comparación en la evolución de las marcas, y el nombre del vencedor va ligado al de la marca. En el ciclismo, en cambio, el tiempo del ganador no importa; sólo cuenta la diferencia que saque a los demás. Nadie se preocupa de si Bahamontes subía más rápido el Tourmalet que Pantani. El ciclismo tiene unas circunstancias al margen del tiempo.

El ciclismo, además, es un deporte generoso. Quitando a Merckx, que lo quería ganar todo, en la actualidad los triunfos se reparten de tal manera que las figuras permiten a sus gregarios vencer al inicio de la temporada, y en las grandes vueltas hay escapadas consentidas para lucimiento de todos. No hay necesidad, por tanto, de meter química en el cuerpo para rodar más rápido o subir una montaña en tiempo récord. La competición será igualmente disputada a 39 kilómetros por hora que a 41. Es la lucha del hombre contra unos rivales y la naturaleza. Virenque y Pantani quizá hayan ya escarmentado. Podremos ver entonces la Vuelta más bella entre seres humanos.